
Como cada año, el 2 de febrero se celebra el Día Mundial de los Humedales con el objetivo de crear conciencia en el mundo acerca de su valor en la reducción del impacto de los fenómenos meteorológicos extremos.
El Día de los Humedales se celebra el día mundial de los humedales, en conmemoración de la firma del Convenio de Ramsar en 1971. El objetivo de este tratado intergubernamental es la conservación y el uso racional de los humedales, a través de la acción nacional y mediante la cooperación internacional. En origen el Convenio de Ramsar estaba orientado al uso y conservación de los humedales como hábitat de aves acuáticas. Pero actualmente tiene un enfoque más global, ya que los humedales son ecosistemas fundamentales tanto para la conservación de la biodiversidad, como para la regulación hídrica, la estabilización local del clima, la producción de otros servicios ecosistémicos y la conservación del patrimonio natural.
La importancia de los Humedales artificiales
Los humedales son ecosistemas únicos por la gran diversidad de flora y fauna que albergan, aportándoles agua, alimento y refugio. Además son muy importantes para el ser humano porque son capaces de aportar desde suministro de agua dulce, alimentos y materiales de construcción, y biodiversidad, hasta control de crecidas, recarga de aguas subterráneas y mitigación del cambio climático
Aprovechamos la ocasión y el citado tema para hablar de otros humedales no menos importantes, los humedales artificiales de depuración (“treatment wetlands”, “constructed wetlands”, “wetland systems for water pollution control“). Los humedales artificiales de depuración son sistemas diseñados para reproducir y optimizar los procesos de eliminación de contaminantes de la misma manera que tienen lugar en las zonas húmedas naturales. En su diseño y gestión deben tenerse en cuenta tanto la hidrología como los procesos físicos y bioquímicos que involucran a la vegetación, los suelos y las asociaciones microbianas.
Ya hace más de setenta años que la Doctora Käthe Seidel inició la investigación sobre humedales artificiales para tratar aguas residuales en Alemania, desarrollándose posteriormente la tecnología. Sin embargo, en pleno siglo XXI, en nuestro país el grado de implantación de esta tecnología extensiva es escaso. Lo cierto es que los humedales artificiales (superficiales, subsuperficiales de flujo vertical o horizontal, con vegetación flotante, emergente, etc., y sus diferentes combinaciones) son capaces de lograr los mismos rendimientos de depuración que las tecnologías intensivas. Sirva este pequeño texto para difundir la utilidad del uso de los humedales artificiales para el tratamiento secundario y terciario de aguas residuales generadas por pequeñas aglomeraciones urbanas (menos de 2.000 habitantes).
Del mismo modo que en los tratamientos convencionales, en los humedales artificiales la materia orgánica del agua se degrada principalmente por el metabolismo microbiano tanto por la vía aeróbica, gracias al suministro de oxígeno vía fotosíntesis de la vegetación y a la difusión en la interfase aire-agua, como por la vía anaeróbica, en función de la carga influente y del diseño del humedal. El nitrógeno se elimina principalmente por nitrificación-desnitrificación y el fósforo por procesos físico-químicos, además de vía biótica por asimilación de las plantas y microrganismos. Y todo ello sin consumo de energía eléctrica ni de reactivos.
Además, en los humedales artificiales se obtiene un agua más naturalizada, es decir, con unas propiedades físico-químicas y de microbiota semejantes a las del medio natural a la que van a ser vertidas, lo que es especialmente importante en cuencas deficitarias, donde el aporte de agua residual tratada constituye un porcentaje importante del volumen o caudal total del cauce receptor. De esta manera se minimiza el impacto de nuestro uso del agua sobre la calidad ecológica de los ecosistemas.
Todo ello, unido a la integración paisajística y a la conservación de la biodiversidad, como aves, anfibios y peces, hace que se deba plantear más el uso de humedales artificiales para el tratamiento de aguas residuales de pequeñas aglomeraciones urbanas y para la renaturalización del agua residual tratada en instalaciones convencionales.
3 humedales muy importantes en la Comunitat Valenciana
Humedal Albufera de Valencia
A 10 kilómetros del centro de Valencia se encuentra uno de los principales reclamos turísticos de la ciudad, la Albufera de Valencia. Un paraje de 21 120 ha separado del mar por la Dehesa del Saler, un bosque de pinos de enorme valor ecológico. Tiene una extensión de 23,94 km², y está rodeada de 223 km² de arrozales, además cuenta con una cuenca hidrográfica de 917,1 km².
Diferentes municipios y pedanías de la provincia de Valencia comparten sus fronteras con este humedal, entre ellos: Alfafar, Catarroja, Sueca, Pinedo, Silla, Sollana y Cullera. Cuenta con el lago más grande Europa. En él también viven el samarut i el fartet, además posee una gran riqueza avícola donde destaca el pato colorado.
Humedal Pego – Oliva
La Marjal de Pego-Oliva está situada entre ambas poblaciones, entre Valencia y Alicante. Se trata de un paraje de 1250 ha con un sistema dunar que se extiende al sur del río Serpis. Dentro de este extenso humedal, nacen el Bullent o Vedat, que flanquea el marjal por el norte y el Racons o Molinell, situado al sur.
En la parte situada al interior del paraje destacan las malladas con tarays y los juncales. Y entre su hábitat, el samarut, la colmilleja y los galápagos. El manantial de aguas termales, la Fuente Salada se encuentra muy cerca de esta marjal.
Humedal Salinas de Santa Pola
Este paraje de 2.570 hectáreas pertenece a las poblaciones de Elche y Santa Pola. De variada vegetación, lo forman un conjunto de dunas y playas junto a las que se ubica una explotación salinera. En el interior es posible encontrar una zona de agua dulce permanentemente embalsada y el flamenco con hasta 8.000 ejemplares en época de cría es su vecino más popular.
Hoy, 2 de febrero, desde Global Omnium, queremos homenajear la conmemoración fecha en que se adoptó la Convención sobre los Humedales, el 2 de febrero de 1971.