
En junio de 1911, Alfonso XIII firma el acta de venta en la que Valencia compra al Estado “su Albufera
Orígenes de La Albufera
Muchos hemos oído hablar de su formación, cómo los ríos hace miles de años arrastraban materiales hasta el mar, cómo este se encargaba de transportarlos con las corrientes y cómo los iba depositando hasta formar una barra o flecha de arena desde la desembocadura del río Turia hasta la montaña de Cullera, aislando un golfo marino y formando así la Albufera original.
Pese a que su origen es marino el agua de la Albufera es dulce y originariamente su extensión era mayor que los actuales lindes del Parque Natural. El lago estaba constantemente comunicado con el mar, por lo que el agua salada circulaba sin problemas. Esta Albufera salobre se mantiene hasta el siglo XVIII. Durante este tiempo los aprovechamientos que se hacían del lago y del bosque que la separaba del mar (la Devesa) eran la pesca, la caza, la sal (de las salinas situadas en la zona del Racó de l’Olla) y la ganadería que aprovechaba los pastos que rodeaban la laguna.
Poco a poco el cultivo del arroz se va imponiendo y es a finales del siglo XVIII, y sobre todo a lo largo del XIX, cuando este cultivo experimenta una gran expansión, ya que a través de la Acequia Real del Júcar llega mucha agua dulce para esta actividad agrícola.
[box border=”full”]En 1927, Valencia compró al Estado “su Albufera” por una cantidad de 6.442 euros (1.072.000 pesetas) aunque la Ley de Cesión data de junio de 1911, pero la firma definitiva del acta de venta, a cargo del Rey Alfonso XIII, no se hizo hasta esa fecha.[/box]
Los retos del futuro
Los años 1960 y 1970 son lostiempos oscuros de la Albufera ya que el descontrolado desarrollo industrial y urbanístico merma su biodiversidad. Desde 1986, cuando se declara Parque Natural, todos los esfuerzos de las distintas administraciones y del sector privado han ido encaminados a restablecer el antiguo esplendor de este patrimonio de todos los valencianos. En este sentido, resultó esencial el diseño y construcción de un complejo sistema de depuración de las aguas urbanas e industriales (depuradoras, colectores) que circundan al lago y que está contribuyendo a la notable mejora de la calidad de sus aguas.
Al problema de la calidad del agua se suma el de la cantidad. No debemos olvidar que la Albufera está al final de la Cuenca Hidrográfica del Júcar. El lago recibe los sobrantes de todos los usos que se hacen de los dos ríos que la alimentan. Y hablar de sobrantes es demasiado optimista cuando el agua nunca sobra y siempre falta.
La sustitución del riego tradicional por inundación o “a manta” por el riego localizado o “a goteo” en los campos regados con agua del río Júcar, ha supuesto una gran reducción en los aportes de agua de calidad que llegan al Parque Natural (en el riego localizado no hay excedentes de riego), sobre todo si consideramos que las aportaciones del Júcar a la Albufera han representado, desde finales del S. XVIII hasta la década de 1980, más del 85% de todas las entradas al sistema.
En la actualidad, el lago de La Albufera tiene 3.114 hectáreas de las 30.000 que tenía en sus orígenes y durante el último año ha recibido el aporte de más de 90 hectómetros cúbicos de agua depurada y tratada, tan necesarios para su supervivencia y, sobre todo, para completar la recuperación de su antiguo esplendor ambiental.
La ubicación de este parque, a tan sólo 10 kilómetros de la capital valenciana, un área metropolitana con más de dos millones de habitantes, lo hace único en toda Europa. Conservar y recuperar este auténtico tesoro es el reto que como sociedad debiéramos plantearnos. Con ello, las futuras generaciones podrán disfrutar de las mismas puestas de sol que nos han deleitado, del grácil vuelo de las garzas en el horizonte o de la estampa de los barqueros que ya citara Blasco en sus novelas. En definitiva, “Cents anys nostra”
El Parque Natural de l’Albufera presenta una gran variación de hábitats que permiten la existencia de una gran diversidad global de especies de fauna y flora
Los cuatro ambientes principales son:
L’Albufera
De gran importancia para el parque, por su significado en la regulación del flujo hídrico en el arrozal, así como por su valor ecológico y paisajístico.
La Restinga
Con cuatro subambientes: la playa, el cordón de dunas delanteras, el sistema dunar interno (colonizado por una densa vegetación de matorral y pinar), y las malladas (pequeños saladares situados entre las dunas).
El Marjal
Es el ambiente que ocupa la mayor superficie del parque da mayoritariamente al cultivo del arroz.
El Monte
Que se halla escasamente representado. Únicamente cabe resaltar los relieves de origen cretácico situados en el término de Cullera (El Cabeçol y la Muntanya de Les Raboses) y en el término de Sueca (Muntanyeta dels Sants).